Como lo dice el membrete, es la gran vuelta de Mickey Rourke a la escena, y se nota tanto en él como en el director, el fanatismo por el hard-Rock que moldea y a la vez le da un sentido muy positivo al filme.
Arrancando con Quiet Riot para evocar la época de gloria del personaje en las luchas de catch durante la década de los `80, hasta mostrar con Cinderalla, Firehouse, Slaughter, y Runnaround de "Ratt" cantada encima del tema en un bar por Randy “The Ram” Robinson (el personaje de Mickey y la divina Marisa Tomei, una diosa).
Acercándose al final y preparándose para su regreso a los cuadrilateros resuena un "Balls to the wall" de los Accept dándole un trago aspero para lo que se veía venir.
No dejan de estar presentes los Guns `n Roses con su "Sweet child o´mind" para la última escena de la película.
De más está para rescatar su lenguaje rockanrollero y la sorpresa de una flor de actuación por parte del protagonista que viene a revivir la agonía profesional de un luchador que en los años 80 había estado en la cumbre de la lucha libre profesional pero que ahora, 20 años después, sobrevive con exhibiciones en gimnasios de institutos y en cuadriláteros de tercera categoría.
El mensaje es plenamente paralelo a la verdadera vida de Mickey Rourke (en el cine) por eso me alegra su regreso con semejante actuación, dando mi voto de aprobación con mi puño en alto lleno de rock ´n roll y no a un Sean Penn haciendo de gay y terminar ganando el oscar por solo una cuestión política de apoyo a los derechos de los homosexuales.
Diegoleppard para Glamride!
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